Y sin quererlo, sin buscarlo, en un día que parecía uno más, apareciste tú. Con esos lentes que no solo te hacen ver increíblemente sexy e inteligente, sino que revelan la fuerza tranquila de tu mirada, la belleza serena de quien baila incluso cuando camina, incluso cuando cree que no la estoy viendo. Te vi… y el mundo, como en las películas que no sabíamos que estábamos protagonizando, se detuvo un segundo. Y en ese instante —te lo juro— no dudé. No lo pensé dos veces, porque lo supe: algo tenía que decirte. Algo tenía que comenzar. Así, entre el azar, el destino y un fuerte choque cultural jaja, nació esto que ahora celebramos: un año de abrazos, de danzas compartidas sin escenario, de besos que han aprendido a rimar con tus pasos y de miradas que dicen más que mil coreografías. Nuestra historia empezó con una frase, pero ha crecido como un poema, como una canción que se baila con el alma. Y yo, feliz espectador y compañero de escena, te aplaudo cada día por ser tú: mi musa, mi amor, mi paz y tormento, mi bailarina del corazón, me permites bailar un año mas juntos? Te amo mi amorcitinguili preciosa y hermosa. Siempre tuyo - tu bomboncito cubano -